viernes, 2 de septiembre de 2016

A VECES AUNQUE DUELA ES MEJOR DECIR ADIÓS


La vida son ciclos, etapas que iniciar y puertas que cerrar para poder avanzar. Ahora bien, ¿cómo podemos encontrar esa fuerza y esa entereza para poder terminar ciertas cosas?

Aunque duela, a veces es mejor saber decir adiós a ese amor que ya no nos enriquece, o dar por finalizada esa amistad que se basa ya más en el egoísmo que en el altruismo.
La vida es un continuo fluir donde solo los más valientes logran andar con la felicidad que merecen. Con plenitud y satisfacción, aunque en ocasiones debamos hacer algún que otro sacrificio por nuestro bien.
ES MOMENTO DE HACER BALANCE
Hay personas que no están muy acostumbradas a pensar en sí mismas, en detenerse y hacerse esa pregunta que todos deberíamos plantearnos al empezar el día: ¿Cómo me encuentro hoy?
• No es preciso que cada día gocemos de una felicidad absoluta. No se trata de eso, el juego real de la vida está en encontrar esa tranquilidad diaria con la cual sentirnos bien con nosotros mismos. Con lo que somos. Con lo que tenemos.
• Acostúmbrate a hablar contigo misma. No centres todo tu universo en los demás. Tú también eres importante y debes saber cómo te encuentras, qué sientes, qué te duele y qué te falta.
• Hacer balance es un ejercicio tan sano como útil. Para ello, haz una visualización. A un lado está todo aquello que te arranca una sonrisa diaria, al otro lado, lo que te preocupa, lo que te hace daño.
• ¿Qué pesa más? ¿Las alegrías o las tristezas? Reflexiona sobre ello.
DECIR ADIÓS NO ES UNA DESPEDIDA, ES UN INICIO
Has hecho balance y te has dado cuenta de que hay cosas de las que deberías desprenderte. No estamos hablando solo de personas. En ocasiones, hay alguna que otra dimensión que también sobra en nuestra vida:
• Desprendernos de los pensamientos negativos. Debemos deshacernos de la preocupación constante y aprender a ser más optimistas.
• Decir adiós a focalizar nuestra vida solo en los demás. Hay que mantener el equilibrio y abrir las puertas a nuestros instantes de ocio, a seguir formándonos si así lo queremos, a mejorar en el ámbito laboral.
• Hay que decir adiós a las cargas emocionales. ¿Te preocupa lo que piensen de ti? Deja caer ese peso, no sirve de nada. ¿Te preocupan las críticas? Sé libre en tus acciones, en tu deseo, y dale alas a tu crecimiento personal.
CÓMO DECIR ADIÓS A QUIEN AÚN AMAMOS
En ocasiones hemos de vivir esos duros momentos en que a pesar de seguir amando a ciertas personas, somos conscientes que nos causan más dolor que crecimiento. Más lágrimas que felicidad. ¿Cómo afrontar esta situación?
• Si amas a alguien, primero deberás hacer lo posible por resolver el problema. Ahora bien, si te das cuenta de que has invertido tiempo, ilusiones y esfuerzos en alguien que ha hecho poco o nada por merecerte, es el momento de decir adiós.
• Para decir adiós, debes tomar conciencia de que ya no deseas sufrir. De que no mereces sufrir. Eres una persona valiente que va a poder seguir con su vida de forma íntegra, así que debes exponer la situación tal y como la sientes.
• Di la verdad, abre tu corazón y argumenta la necesidad de ese adiós. Ahora bien, sé firme, porque en ocasiones caemos en el error de “volver a intentarlo”, y ello puede traducirse a veces en más meses de sufrimiento.
• El adiós debe darse con sinceridad, apertura emocional y decisión. Alguien podría decir que “sin anestesia”, porque el dolor va a ser intenso. No obstante, es una necesidad. Porque ten claro también que un adiós necesario es, en realidad, un nuevo inicio en tu vida. Otra oportunidad de ser feliz.
RETOMA EL VÍNCULO CONTIGO MISMO DESPUÉS DEL ADIÓS
Cuando decimos adiós, una parte de nosotras mismas se desprende también de esa persona. Es como cortar un cordón umbilical que alimentábamos de emociones, de proyectos, sueños e ilusiones. Tras esta ruptura, es vital que retomemos ese vínculo con nosotras mismas, con nuestra autoestima, con nuestro ser para poder seguir avanzando en felicidad y plenitud. Toma nota de unos consejos muy importantes:
o Recuerda que ese adiós era necesario. Es un final de etapa y ahora toca no levantarse, sino “Renacer”, “reencontrarnos” de nuevo con nosotras mismas pero de una forma más poderosa.
Porque hemos sido valientes, porque hemos aprendido una sabia lección y sabemos lo que queremos: buscar nuestra felicidad.
o Decir un adiós es abrir una puerta nueva y, no lo dudes, puedes ser todo lo que tú desees.
o No guardes rencor a nadie sobre lo ocurrido. Si el adiós va acompañado de rabia o resentimiento, no podremos avanzar. El odio nos hace prisioneros, así que no hay mejor libertad que aquella que avanza sin pesos por parte de quien ha sabido perdonar.
Aunque te duela, aunque te cueste, recuerda… a veces es mejor decir adiós.
Fuente: Buscándome

A VECES AUNQUE DUELA ES MEJOR DECIR ADIÓS


La vida son ciclos, etapas que iniciar y puertas que cerrar para poder avanzar. Ahora bien, ¿cómo podemos encontrar esa fuerza y esa entereza para poder terminar ciertas cosas?
Aunque duela, a veces es mejor saber decir adiós a ese amor que ya no nos enriquece, o dar por finalizada esa amistad que se basa ya más en el egoísmo que en el altruismo.
La vida es un continuo fluir donde solo los más valientes logran andar con la felicidad que merecen. Con plenitud y satisfacción, aunque en ocasiones debamos hacer algún que otro sacrificio por nuestro bien.
ES MOMENTO DE HACER BALANCE
Hay personas que no están muy acostumbradas a pensar en sí mismas, en detenerse y hacerse esa pregunta que todos deberíamos plantearnos al empezar el día: ¿Cómo me encuentro hoy?
• No es preciso que cada día gocemos de una felicidad absoluta. No se trata de eso, el juego real de la vida está en encontrar esa tranquilidad diaria con la cual sentirnos bien con nosotros mismos. Con lo que somos. Con lo que tenemos.
• Acostúmbrate a hablar contigo misma. No centres todo tu universo en los demás. Tú también eres importante y debes saber cómo te encuentras, qué sientes, qué te duele y qué te falta.
• Hacer balance es un ejercicio tan sano como útil. Para ello, haz una visualización. A un lado está todo aquello que te arranca una sonrisa diaria, al otro lado, lo que te preocupa, lo que te hace daño.
• ¿Qué pesa más? ¿Las alegrías o las tristezas? Reflexiona sobre ello.
DECIR ADIÓS NO ES UNA DESPEDIDA, ES UN INICIO
Has hecho balance y te has dado cuenta de que hay cosas de las que deberías desprenderte. No estamos hablando solo de personas. En ocasiones, hay alguna que otra dimensión que también sobra en nuestra vida:
• Desprendernos de los pensamientos negativos. Debemos deshacernos de la preocupación constante y aprender a ser más optimistas.
• Decir adiós a focalizar nuestra vida solo en los demás. Hay que mantener el equilibrio y abrir las puertas a nuestros instantes de ocio, a seguir formándonos si así lo queremos, a mejorar en el ámbito laboral.
• Hay que decir adiós a las cargas emocionales. ¿Te preocupa lo que piensen de ti? Deja caer ese peso, no sirve de nada. ¿Te preocupan las críticas? Sé libre en tus acciones, en tu deseo, y dale alas a tu crecimiento personal.
CÓMO DECIR ADIÓS A QUIEN AÚN AMAMOS
En ocasiones hemos de vivir esos duros momentos en que a pesar de seguir amando a ciertas personas, somos conscientes que nos causan más dolor que crecimiento. Más lágrimas que felicidad. ¿Cómo afrontar esta situación?
• Si amas a alguien, primero deberás hacer lo posible por resolver el problema. Ahora bien, si te das cuenta de que has invertido tiempo, ilusiones y esfuerzos en alguien que ha hecho poco o nada por merecerte, es el momento de decir adiós.
• Para decir adiós, debes tomar conciencia de que ya no deseas sufrir. De que no mereces sufrir. Eres una persona valiente que va a poder seguir con su vida de forma íntegra, así que debes exponer la situación tal y como la sientes.
• Di la verdad, abre tu corazón y argumenta la necesidad de ese adiós. Ahora bien, sé firme, porque en ocasiones caemos en el error de “volver a intentarlo”, y ello puede traducirse a veces en más meses de sufrimiento.
• El adiós debe darse con sinceridad, apertura emocional y decisión. Alguien podría decir que “sin anestesia”, porque el dolor va a ser intenso. No obstante, es una necesidad. Porque ten claro también que un adiós necesario es, en realidad, un nuevo inicio en tu vida. Otra oportunidad de ser feliz.
RETOMA EL VÍNCULO CONTIGO MISMO DESPUÉS DEL ADIÓS
Cuando decimos adiós, una parte de nosotras mismas se desprende también de esa persona. Es como cortar un cordón umbilical que alimentábamos de emociones, de proyectos, sueños e ilusiones. Tras esta ruptura, es vital que retomemos ese vínculo con nosotras mismas, con nuestra autoestima, con nuestro ser para poder seguir avanzando en felicidad y plenitud. Toma nota de unos consejos muy importantes:
o Recuerda que ese adiós era necesario. Es un final de etapa y ahora toca no levantarse, sino “Renacer”, “reencontrarnos” de nuevo con nosotras mismas pero de una forma más poderosa.
Porque hemos sido valientes, porque hemos aprendido una sabia lección y sabemos lo que queremos: buscar nuestra felicidad.
o Decir un adiós es abrir una puerta nueva y, no lo dudes, puedes ser todo lo que tú desees.
o No guardes rencor a nadie sobre lo ocurrido. Si el adiós va acompañado de rabia o resentimiento, no podremos avanzar. El odio nos hace prisioneros, así que no hay mejor libertad que aquella que avanza sin pesos por parte de quien ha sabido perdonar.
Aunque te duela, aunque te cueste, recuerda… a veces es mejor decir adiós.

LA SABIDURÍA DE LOS NIÑOS


Nunca sabes lo que un niño va a decir, es sorprendente:
  
Al autor y orador Leo Buscaglia, se le solicitó que fuera parte del jurado de un concurso. El propósito del concurso, era encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente se le había muerto la esposa. El niño, al ver al ver al hombre sentado en una banca del patio y llorando, se metió al patio del anciano, se subió a su regazo y se sentó. Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino, el pequeño niño le contestó: "Nada, sólo le ayudé a llorar”…
La maestra de primer grado, estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia. En la pintura había un niño que tenía el cabello de diferente color al resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera de él le dijo: "Yo sé todo acerca de las adopciones, porque yo soy adoptada". "¿Qué significa ser adoptada?" preguntó el niño y la niña le contestó: Significa que uno no crece en el vientre de su mamá sino que crece en su corazón".
  
Una niña de 4 años estaba con su pediatra; mientras el doctor le revisaba los oídos con el otoscopio, le pregunta: "¿Crees que adentro me encontraré al Pájaro Abelardo?". La
niña permaneció en silencio. Enseguida el doctor tomó el abatelenguas y mientras revisaba su garganta le preguntó: "¿Crees que ahí dentro me encontraré al monstruo galletero?" y de nuevo la niña no contestó nada. El doctor puso el estetoscopio en el pecho de la niña y mientras escuchaba su corazón le preguntó: "¿Crees que escucharé a Barney ahí adentro?" "Oh, no" contestó la niña, "Barney está pintado en mis zapatos, en mi corazón está Dios".
En Nueva York un niño de 10 años estaba parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos apuntando a través de la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo: "Mi pequeño amigo ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?". La respuesta del niño fue: "Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos". La señora lo tomó de
la mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podría prestarle una palangana con agua y una toalla. El empleado rápidamente le trajo lo que pidió. La señora se llevó al niño a la parte trasera de la tienda, se quitó los guantes, le lavó los pies al niño y se los secó con la toalla. Para entonces el empleado llegó con los calcetines, la señora le puso un par de ellos al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dió al niño. Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo: "¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!" Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño la alcanzó, la tomó de la mano y mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó: "¿Es usted la esposa de Dios?

VALORA A TU PADRE


Si tienes la suerte de conservar a tu padre, valóralo es el hombre que cuido de ti cuando eras un ser indefenso que se sacrifico más de una vez para que crezcas sano,fuerte y alegre; sobre todo respétalo jamás lo califiques ni lo juzgues esa potestad le corresponde a Dios.Háblale con franqueza, nadie mejor que él para entenderte cuéntale tus cosas con más confianza que al mejor de tus amigos ten la seguridad que encontraras en él, al confidente ideal y como no? si eres su pequeño frente al mundo.Por la diferencia de años es normal que tengan distintas maneras de ver la vida y que algunas veces no se pongan de acuerdo pero no te preocupes eso es bueno para ambos.Conversa con él cada vez que te sea posible esa dicha no la vas a tener siempre , pregúntale!Tú qué harías? Lo vas a llenar de gozo, le va a ser mucho bien sentirse útil, saber que lo tomas en cuenta que crees y confías en él como cuando eras niño. Escúchalo aunque sus consejos no lleguen a resolver tus problemas, te serán provechosos, te marcaran pautas y ayudaran a concebir nuevas ideas; hallaras en sus palabras la experiencia de un ser humano que alguna vez fue como tú,tubo tu edad y trajino por el mismo camino.Si tienes a tu padre presente, quiérelo! no olvides que detrás de su sonrisa se esconde la nostalgia de un hombre al que le quedo corto el tiempo pero ahora que como es natural disfruta viendo en tila continuación de su propia vida; por eso cada vez que puedas visítalo! tu sola presencia será suficiente para poder alegrarlo porque nada hay más reconfortante y hermoso para un padre que la gratitud de un hijo.
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